¿Sentís que los días se te pasan muy rápido? ¿Te despertás y, cuando te das cuenta, ya es de noche otra vez? ¿Te preguntás en qué momento pasaron los primeros 7 meses del año? ¿Y todos esos proyectos que «si o sí ibas a hacer este año«? ¿Reconocés esa sensación de acelere?
Lo voy a decir: el ritmo al que se supone que vivamos me parece saturante. Es como si tuviéramos que llenar la agenda de mil actividades y, al mismo timpo, todo lo que tenemos para hacer pareciera no entrar en las escasas 24 horas que tiene el día. Irónicamente, no importa cuánto hagamos, siempre nos quedan pendientes que no llegamos a hacer.
El mundo de lo que «deberíamos hacer» es infinito, mientras que nuetra energía es finita. La consecuencia es evidente: una vida en automático.
Durante años, intenté vivir a ese ritmo frenético al que se suponía que debía vivir. Llené la agenda de mil actividades y me abrumé. Entré en crisis. Me cansé de vivir en automático. Me aburrí de mis excusas para no poder dedicarme tiempo para mí. Sentí que ya había sido suficiente de dejarme siempre para lo último.
Un día, simplemente, me declaré en rebeldía: vacié mi agenda de esos «debería» que ya no tenía ganas de hacer, y me comprometí a dedicarme un momento de cada semana a mí misma.
La idea surgió mientras leía el libro El camino del artista, de Julia Cameron. La autora propone tener semanalmente una «cita con el artista«: una cita a solas, con uno mismo. Empezó siendo un plan para conectar con mi creatividad, pero hoy lo siento más como una excusa para regalarme -semana a semana- un momento para sentirme viva.
Hace 4 años que, religiosamente, cada semana me agendo un momento para mí. No es necesario que sea un gran plan: vale lo mismo ir al cine a ver un estreno o, simplemente, mirar una película en el sillón comiendo pochoclos. Hay semanas en las que puedo regalarme todo un día y, otras, solo una tarde.
Con la experiencia aprendí que, lo realmente importante, no es qué actividad haga.. sino ese instante de darme cuenta. Lo valioso del ritual es, para mí, tener ese registro de que ese momento me lo estoy regalando.
Cada cita con el artista es un pequeño paréntesis en mi mundo. Son momentos en mi semana que los recuerdo casi a la perfección, y eso me lleva a reflexionar.. ¿qué sucede, entonces, con el resto de los días de la semana?
¿Cuántas veces estás realmente presente en el día y en el momento en el que estás viviendo?
Mis citas con el artista son, justamente, el interruptor de mi presencia. Ese ratito se siente como si estuviera siendo la protagonista de la escena de una película.. ¿podés reconocer esa sensación?
Si te dieron ganas de experimentarla, la pregunta que me imagino que ahora tenés es.. ¿cómo logro agentarme toda una tarde para dedicarme a mí misma cada semana?
La respuesta es más simple de lo que parece:
«Desarrollá el hábito de permitir que ocurran pequeñas cosas malas. Si no lo hacés, nunca tendrás tiempo para las cosas grandes, que cambian vidas», Tim Ferris.
Entonces:
¿A qué le podrías decir que no esta semana para poder dedicarte toda una tarde entera a vos mismo?
Te promero que, cuando empieces a hacerlo, te van a dar ganas de repetirlo. Y, al menos yo, así es como quiero pasar el resto de las semanas de mi vida.
Eso es todo por hoy. Si llegaste hasta acá, me encantaría que me compartas en comentarios si te sirve este tipo de contenido y sobre qué tema te gustaría que sea el próximo artículo del blog.
Con amor, Mar