¿Qué es eso que te animarías a hacer si supieras que no puede salir mal?
Hace un poco más de 3 años, una mañana de septiembre me desperté valiente y con ganas de animarme a más. Tomé coraje, me vestí y salí en dirección a hacer eso que, hacía unos meses tenía muchas ganas de hacer, y postergaba porque me daba vergüenza.
Me apuré con mis pasos. Sabía que corría una carrera contra mis ganas de arrepentirme.
Afortunadamente, llegué a tiempo: cuando me dí cuenta, ya estaba adentro de la librería, respirando profundo y preguntando con timidez:
¿Tenés el libro El camino del artista, de Julia Cameron?
Para mi sorpresa, me lo vendieron sin preguntarme si era artista, o por qué quería comprarlo si no era artista (Spoiler del libro: todos podemos ser artistas).
Gracias al pequeño acto de valentía de animarme a comprar y leer ese libro, sumé a mi vida mi hábito de instrospección favorito: escribir un diario.
Irónicamente, si en aquélla época hubiera tenido el hábito de escribir un diario,
probablemente hubiera demorado muchísimo menos en darme cuenta de por qué era importante, para mí, atravesar esa incomodidad y vencer mi vergüenza.
Es sobre esto mismo que quiero invitarte a reflexionar, así que agarrá lápiz y papel porque hoy quiero regalarte un pequeño ejercicio de instrospección.
Volvamos a la pregunta del inicio, y ahora quiero proponerte que escribas tu respuesta en el papel:
¿Qué es eso que te da vergüenza animarte a hacer hoy?
Intentá describir esa acción con el mayor nivel de detalle que puedas. Cuando te sientas listo, te invito a animarte a escribir la respuesta a la próxima pregunta:
¿Qué es lo peor que podría pasar si te animaras?
En mi mente, no había lugar a dudas: el empleado de la librería se iba a reir de mí y me iba a preguntar para qué quería ese libro si yo no era artista. Quizás, por ese mismo motivo se negara a vendérmelo o, tal vez, de la vegüenza hubiera tenido que salir corriendo sin mi libro (ni mi dignidad..).
Puede ser que mi anécdota te suene infantil, pero está basada en hechos reales de una persona de 31 años. Así de graciosas se escuchan algunas vocecitas en mi cabeza, y estoy segura de que no soy la única.
Curiosamente, esa fue la primera vez -de muchas- que descubrí este tipo de pensamientos incoherentes. Sinsentidos que me hacían quedar con las ganas de hacer algo -que para mí era importante- por vergüenza.
Y no, no es casualidad. Justamente, ese uno de los grandes beneficios de escribir: te ayuda a descubrir escenas absurdas que, en tu mente, tienen muucha lógica.
Quiero animarte a seguir explorando esa acción a la gustaría animarte, con una última pregunta:
¿Qué es eso que, es seguro que va a pasar, si no te animás?
Y aquí quiero compartirte un pequeño aprendizaje: a nadie le importás tanto como a vos mismo.
Incluso en mi peor escenario, la anécdota cómica de la abogada queriendo comprar un libro para artistas, hubiera durado.. ¿un par de minutos? ¿horas? ¿Tal vez días? ¿Semanas?
La risa podría haber durado, exagerando muchísimo, meses en la mente del empleado de la librería; aunque -en verdad- no hubiera tenido realmente ninguna importancia.
Porque, a fin de cuentas, si no me hubiera animado, nunca hubiera sumado a mi vida mi hábito de instrospección favorito: escribir un diario.
Hace 3 años que, cada vez que me encuentro escribiendo que hacer algo me da vergüenza, respiro profundo y junto coraje para animarme. Te sorprendería saber la cantidad de sucesos alucinantes que me hubiera perdido por vergüenza.
Hoy no quiero pedirte que me cuentes qué te vas a animar a hacer. Me alcanza con que me compartas que el compromiso lo asumiste con vos mismo.
¡Felicidades por animarte!