¿Te animás a recordar cuándo fue la última vez que te diste permiso para aburrirte?
Lo sé: mientras leías la pregunta quizás pensabas «ojalá tuviera tiempo para aburrirme, a penas tengo tiempo para respirar«, ¿verdad?
Creéme, te entiendo. Hace unos años, algunos días de la semana solía pasar 15 horas adentro de una oficina.. y, ¿adiviná que? Además de lo obvio: era adicta al trabajo, también era mi propia jefa.. lo que significa que, era yo quien decidía cuándo llegar a la oficina, y cuándo era el momento de terminar e irme a casa.
Como te imaginarás, esa historia no terminó bien.. pero no es sobre eso que quiero que reflexionemos hoy, sino sobre el aburrimiento.
¿Qué es lo que sentís cuando leés la palabra «aburrimiento«?
La RAE lo define como el «Cansancio del ánimo originado por falta de estímulo o distracción, o por molestia reiterada«.
Parecería ser, entonces, que una de las dos formas de aburrirse sería producida por la falta de estímulos o distracciones.
Quiero hacer hincapié, precisamente, en esa «falta», porque, para mí, hay algo muy interesante allí escondido: la ausencia de ese «ruido» externo, nos ayuda a conectarnos con lo interno.
Y aquí va la confesión.
En aquellos años de jornadas laborales interminables, usaba el trabajo -con sus infinitos estímulos y distracciones- como excusa para justificar la falta de tiempo, y así evitar aburrirme y conectarme con lo interno.
Estar siempre ocupada me «ahorraba» la incomodidad de mirar hacia adentro y encontrarme con eso que no quería ver.
Por suerte, para aburrirte no necesitás tener un día entero libre. Alcanza con un pequeño espacio de inactividad para que experimentes los beneficios del aburrimiento.
Aburrise, para mí, no es más que estar a solas, sin hacer nada, con uno mismo.
Y vos:
¿Cómo te sentís cuando estás a solas, sin hacer nada, con vos mismo?
Quizás, la idea de aburrirte pueda parecerte algo monótona, pero:
En la existencia moderna hiperconectada «Un momento puede resultar extrañamente monótono si existe únicamente en sí mismo«, Laurence Scott, citado por Cal Newport en «Minimalismo Digital».
Aburrirte es, justamente, experimentar un momento que existe únicamente en sí mismo. Es desconectarte del exterior para habitar en el momento presente. Y es, simplemente, disfrutar de algo tan sutil como tu propia existencia.
Para finalizar, quiero animarte a que vuelvas a hacerte la pregunta del inicio:
¿Cuándo fue la última vez que te diste permiso para aburrirte?
Si no lo recordás, ahora mismo tenés la gran oportunidad de crear una nueva respuesta a esa pregunta. Me gustaría invitarte, entonces, a que te des permiso para aburrirte por los próximos minutos.
Que linda reflexión. Cuando una se aleja de la ciudad se vuelve a encontrar con el aburrimiento y eso es mágico como desafiante.
Qué importante es esto de permitirnos mirar cómo el lugar donde habitamos es una parte importante de la vida que vivimos. ¡Gracias por traer esa reflexión!
El famoso “ocio” que muchos filósofos han hablado. Realmente es entonces aburrido si ese “tiempo” nos hace conectar consigo mismo?
Qué gran pregunta Su. Pienso que la respuesta es tan personal como el mismo acto de identificar qué nos aburre y qué nos divierte. ¡Gracias por compartirla!
El beneficio de permitir el aburrimiento también es la creatividad… cuando solo consumimos lo de afuera no hay tiempo para crear algo que podemos crear en este mismo pr3sente
Hermoso blog 😘
Siii Eli. ¡Tal cual! «Aburrirnos» nos abre las posibilidades a explorar qué hay adentro y crear desde ese lugar. ¡Gracias por tu compartir tu aporte!