Una invitación a vivir más intensamente

¿Qué harías diferente hoy si supieras que este día no va a volver repetirse?

Fue un 12 de mayo de hace casi ya 10 años. Estaba en la mitad del primer viaje largo que había decido hacer sola, y la escala de un vuelo se extendió más de lo previsto.

Buscando formas de acortar el tiempo de espera, entré a un local del aeropuerto y -casi sin pensarlo- compré un cuaderno y una lapicera. Cuando me dí cuenta, estaba escribiendo:

«Este cuaderno pretende ser testigo de los pensamientos que recorran mi cabeza en días como hoy: un día cualquiera en un mundo que vive demasiado rápido».

En aquel momento no lo supe, pero ese pequeño acto insignificante me ayudó a vivir más intensamente. Y es, sobre esto mismo, que quiero invitarte a reflexionar hoy.

Para comenzar, quiero desafiarte a que te preguntes:

¿Qué significa, para mí, vivir más intensamente?

Tenés la libertad de interpretar el significado de «vivir más intensamente» como se sienta cómodo para vos hoy.

Sé que habrá quienes estén pensando en tener unas vacaciones exóticas, y es igualmente válido si, para vos, hoy se trata de estar presente en los minutos que compartís con alguien a quien querés mucho.

Aquella tarde nublada de 2015 escribí:

«Hoy es martes… un martes cualquiera, pero lo que lo hace diferente es que estoy en Atenas esperando mi vuelo a Roma».

Vivir más intensamente se trata, para mí, de tener «momentos de pausa en la rutina«. Entonces, quiero preguntarte:

¿Cuándo fue la última vez que experimentaste
un momento de pausa en tu rutina?

Aquí vuelvo a invitarte a que dejes volar tu imaginación a la hora de interpretar un «momento de pausa en tu rutina«.

De nuevo, puede ser que estés pensando en tus últimas vacaciones, pero también en la siesta al cobijo de la calidez del sol el domingo después de almorzar, o en el beso de hoy a la mañana para despedirte de alguien a quien querés mucho.

El punto que distingue, para mí, a los «momentos de pausa en la rutina» es que el tiempo transcurre a una valocidad diferente.

Quizás, algún recuerdo invadió por completo tus pensamiento. Si así no fue, te animo a buscarlo intencionalmente preguntándote:

¿Cuándo fue la última vez que sentí que
el tiempo transcurría a una velocidad diferente?

Si tu respuesta no es cercana en el tiempo, puede ser que sientas que tus días -y años- se están pasando a toda velocidad. Y, lo sé: puede ser agobiante.

«Con el tiempo (…) la experiencia se convierte en rutina automática (…) los días y las semanas se aplanan en el recuerdo hasta volverse unidades sin contenido, y los años se vacían y se desploman» (William James, citado en «Cuatro mil semanas», de Oliver Burkeman).

Esta misma, podría ser, la razón por la que resulta tan placentero experimentar que se desacelera la velocidad en la que el tiempo, usalmente, transcurre.

La suavidad con la que se desliza el tiempo en esos momentos nos ayuda a re-encontrarnos con la novedad en lo mundano. Justo como cuando éramos niños.

Quizás, allí se esconda el encanto de darnos cuenta de que un martes, no es un martes cualquiera: en descubrir que hay algo -lo que sea- que lo hace diferente al resto de los martes.

Sumergirte a diario en la pregunta de qué harías diferente hoy si supieras que este día no va a volver repetirse y, desde allí, intencionar y elegir qué «momentos de pausa en la rutina» podrías tener, cada día, podría ser lo que haga posible que los experimentes, cada vez, con más frecuencia.

Por eso, quiero regalarte una última pregunta:

¿Qué es lo que vas a hacer diferente hoy
para hacer de tu día un día diferente?

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